Esta historia es verídica. Un amigo tenía una planta una vez. Esa planta la dejó arriba de su techo por un tiempo y se fue de vacaciones por unos días. Cuando volvió, la plata estaba muy seca y casi muriéndose. Inmediatamente, la bajó del techo, le puso mucha agua, sacó los parlantes al jardín y le puso “Natural mystic” de Bob Marley. Mágicamente, al cabo de un rato (casualmente una vez que ya se había reproducido por completo el disco) la planta volvió a tomar vida y luego de ese episodio, no la volvió a descuidar.
Las plantas son seres vivos, y por más que muchos puedan creer que uno está loco, les hace bien que les hablen, les canten, las reguen y les digan que están lindas. En otras palabras, entregarles cariño.
Un estudio que fue presentado recientemente en la convención anual de la Sociedad de Biología Experimental en Praga, República Checa, demostró que las plantas piensan y recuerdan. Sí, como lo lee: piensan y recuerdan. Por lo que todas esas veces que pasó por al lado de su planta favorita y le dijo unas palabras de cariño y vio como día a día crecía más y más y se ponía más bonita, ya sabe por qué.
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